Mazul Fase II
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Mazul es un proyecto residencial concebido como un refugio frente al mar. Ubicado en Santa Elena el Tule, una de las playas más paradisíacas de Oaxaca, este desarrollo nace de la unión entre arquitectura y naturaleza. Su esencia está en el equilibrio: tranquilidad, respeto y libertad en un entorno que invita a habitar con calma y plenitud.
La geografía lo define. Frente al imponente Océano Pacífico y abrazado por las formaciones rocosas de la Sierra Madre del Sur, Mazul se despliega en un paisaje único. Cada decisión de diseño busca integrarse con este contexto, logrando espacios que conviven con el entorno sin alterarlo, y que se abren al horizonte como una extensión del propio territorio.
Mazul no es solo un conjunto residencial, es una forma de vivir la costa de Oaxaca. Un proyecto que entiende la belleza de lo esencial: el mar, la tierra y la vida en comunidad. Un destino que permanece auténtico y sereno, como si siempre hubiera estado ahí.
Bernardo Quinzaños Oria (CCA):
CCA, dirigido por Bernardo Quinzaños, opera como un espacio independiente que busca transformar la arquitectura en una herramienta de impacto social y cultural. Su enfoque parte de la investigación y la conceptualización profunda del contexto, para dar forma a proyectos que no se limitan a lo construido, sino que generan vínculos duraderos con la comunidad.
Su práctica es amplia y colaborativa: integra arquitectura, urbanismo y gestión cultural con un sistema de trabajo incluyente e interdisciplinario, potenciando el talento de cada uno de sus colaboradores. CCA entiende cada proyecto como una oportunidad de diálogo, donde las ideas se expanden y toman fuerza al ser compartidas.
Cada propuesta es un ejercicio de reflexión y síntesis. Espacios que son claros y precisos, pero también abiertos a la transformación del tiempo y de quienes los habitan.
Santa Elena del Tule es un lugar donde la costa y la montaña se encuentran en silencio. Las mañanas despiertan con el murmullo del mar y el vuelo de las aves, mientras que las tardes caen entre cielos encendidos y el rumor constante de la Sierra Madre del Sur. Aquí, la vida sucede a otro ritmo: más pausado, más cercano a la tierra y al mar.
Lo que nos atrae de Santa Elena es su pureza natural. Sus playas abiertas se mezclan con formaciones rocosas imponentes, los senderos de tierra conviven con la vegetación costera y las comunidades locales habitan en equilibrio con el entorno. Es un lugar que se resiste a la prisa, que invita a contemplar y a pertenecer.
Aquí, cada amanecer es una oportunidad para mirar el horizonte, y cada día se vive con la calma de lo esencial. Santa Elena no busca protagonismo, se muestra con sencillez. Y en esa honestidad, entre la fuerza del océano y la quietud de la sierra, reside su belleza más profunda.